Un MVP tiene como objetivo probar tu solución en el mercado, minimizando tu tiempo y tu presupuesto.
De hecho, si te encuentras en la fase de diseño de tu producto, solo puedes plantear hipótesis sobre cómo será recibido y utilizado por tu público objetivo.
En esta etapa, es importante probar este producto, dotándolo únicamente de sus funcionalidades esenciales.
Lo contrario de un MVP es la entrega de un producto final que ha requerido inversiones significativas tanto en tiempo como en dinero, y del que no se sabe si responde exactamente a las necesidades de los usuarios. El riesgo de este enfoque es darse cuenta demasiado tarde de que nos hemos equivocado, de que hemos partido de hipótesis incorrectas, de que el 80 % de las funcionalidades desarrolladas son superfluas y de que es necesario empezar de cero gran parte del producto.
El MVP permite probar tus hipótesis desde una fase muy temprana y ajustarse lo máximo posible a las expectativas de tus usuarios.